martes, junio 27, 2006

EL BUEN RICO
Hay una casi irrefrenable tendencia cultural a considerar a los ricos malos por naturaleza y a los pobres buenos por naturaleza. Si un rico hace algo bueno, es siempre porque busca un beneficio escondido e inconfesable; si un pobre hace algo malo, es siempre porque la miseria empujó su noble naturaleza a la perdición.
Para desmontar este silogismo voy a poner dos ejemplos: uno es "Los olvidados", una película de Luis Buñuel de 1950 (y Patrimonio de la Humanidad) en la que los niños de los suburbios mejicanos se maltratan, al menos, tanto como los niños de un internado de lujo inglés. Un título imprescindible.
Y el otro es el particular Warren Buffett, inversor cabal y segunda fortuna del mundo mundial, que va a donar 30.000 millones de dólares (su fortuna personal son 42.000 millones) a la fundación de Bill Gates. Vale, aun le quedan 12.000 millones, y es una pasta. Pero podía haberse quedado con todo. Ahora está donando el 72% de su dinero, y no creo que se pare aquí. Lo normal es que la gente, rica o pobre, done el 0,0 %.
Bill Gates, que no es precisamente la niña de mis ojos, también está aportando mucho más que un granito de arena: su fundación acaba de ganar el premio Príncipe de Asturias, es la organización filantrópica más grande del planeta, y ha disparado, por ejemplo, un 80% el presupuesto mundial contra la malaria, que mata 2000 niños al día sólo en Africa.
Ojalá todos los ricos fueran como éstos, y ojalá todos los pobres fuéramos también un poco más desprendidos. Que les acusen de hacerlo para lavar su conciencia es una frivolidad, y aunque así fuera, al menos mostraría que la tienen.
Y la conciencia sí que es un bien escaso.